Un poco de mi...

 


Mi amor por la lectura y la escritura nació aun antes de aprender a leer y a escribir, me lo transmitió mi madre que se alegraba con los cuentos tanto como yo, porque conservaba intacto, a pesar de los años, su corazón de niña. Aún hoy, al cerrar los ojos, logro oír su voz leyéndome los relatos de mis libros escolares y puedo rememorar el brillo de sus ojos emocionados ante cada lectura.

Esos fueron mis primeros pasos en un camino sin retorno. Recuerdo que el primer libro que leí sola, fue “Chico Carlo” de Juana de Ibarbourou y evoco con especial cariño el capítulo “La mancha de humedad”, porque me identificaba con las ocurrencias y fantasías que la pequeña Susana creaba en la pared de su cuarto. Hay lecturas que se quedan guardadas para siempre en nuestra alma porque tienen la capacidad de hacernos viajar en el tiempo, o al menos eso nos pasa a quienes hemos podido reconocer el poder secreto que atesoran las palabras. 

Con el transcurrir de los años descubrí que disfrutaba no solo de la lectura sino también de la invención de historias, aunque no fue hasta mis dieciséis años que me atreví a mostrar a otros que escribía por placer y no solo para cumplir con las tareas escolares.


Ese primer poema fue “Amor prohibido” y nació como una broma íntima que teníamos con mi grupo de amigas, nos imaginábamos un romance platónico entre un compañero de curso y la profesora de idiomas. Ellas me convencieron para que lo publicaran en la revista del centro de estudiantes y entonces esa obra que solo sería leída por mis inseparables pasó a ser leída por todo el colegio. 


Casi veinte años después, postulé por primera vez en una convocatoria literaria esta misma poesía y para mi gran alegría fue seleccionada para conformar una antología poética “Tejedores de hebras” de Ed. Dunken. A esa le siguieron muchas otras y fue ahí que acepté que la escritura no era un sitio al que solo iba de paseo, era un lugar que quería habitar y que a su vez me habitaba desde hacía muchos años.

Cada cuento, cada poema, cada línea, cada personaje que escribo forma parte de una historia que germina en mi interior. Surgen de un sueño, de una observación, de una frase que oigo y queda flotando en el aire, o son fruto de un simple cosquilleo que inicia en mi pecho, de un susurro que llega a mis oídos y se extiende hasta mis dedos y no se detiene hasta que obtiene alas propias, alas que sobrevuelan el papel rumbo a su propio destino.




MARÍA ALEJANDRA AMARILLA




Nació en la localidad de Moreno, Buenos Aires, Argentina. Es Licenciada en Educación y profesora de los Niveles Inicial y Primario. Ha dedicado su vida profesional a la docencia con niños y jóvenes. Incursionó en la escritura de distintos géneros literarios y sus obras conforman diversas antologías de cuentos y poesías. 

Publicó en el año 2022 su primer libro de cuentos y relatos breves Palabras de otoño.

Durante el 2024 participó en la antología de cuentos para jóvenes y adultos, Música en palabras, en la que no solo es escritora, sino que además fue una de las compiladoras.

Su último libro Luna y Elio (2025) unió sus dos pasiones, la educación y la escritura. Dirigido al público infantil, relata episodios de la vida de dos personajes que afrontan diversos problemas acompañados de los sabios consejos de sus abuelos.

 Muchos de sus trabajos se encuentran publicados en diferentes formatos en sus redes sociales.

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Gracias por obsequiarme con tu tiempo y palabras. María

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