Había surcado indemne los furiosos mares, atravesado las más enfebrecidas tormentas, navegado la oscura soledad de las noches sin luna.
Hasta que un día, al parecer como cualquier otro, sin que nadie pudiese presagiarlo, abandonó su navío y simplemente dejo de existir ahogado en una pena de amor.
© 2022 María Alejandra Amarilla
Córdoba, Argentina
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