sirviera para curar,
esas heridas del alma,
que yo no llego a alcanzar.
Si en mi pecho yo pudiera,
albergar ese dolor,
que te oprime la garganta
y te estruja el corazón.
Si a las llagas del recuerdo,
las pudiese yo borrar
y en el silencio dormido
no tuvieras que gritar.
Si a tu esencia lacerada,
la pudiese extirpar,
para sanarte despacio
de esta agonía mortal.
Acogería ufana
la aflicción que te atormenta,
y entregaría mi vida
sin dudarlo tan siquiera.
Para aliviar en mis brazos
el peso de la tristeza,
y devolverle la calma
a tu angustiosa existencia.
© 2022 María Alejandra Amarilla
Córdoba, Argentina
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