Gotas pequeñas caen con sigilo, como si danzaran en el techado
en puntas de pie, para luego enfilarse veloces por las canaletas y despeñarse
al vacío que las lleva a finalmente
unirse en los charcos.
El bullicio que antes estremecía ahora se convierte en
murmullo que arrulla y me dejo llevar
por la sensación de calma para volver a encerrarme en el caparazón de caracola
que yo misma me he inventado.
Afuera todo ha vuelto a la calma, pero se ha desatado la
tormenta que habita en mi interior…
© 2021 María Alejandra Amarilla
Córdoba, Argentina
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