Buscaban las respuestas a interrogantes de la vida y soluciones para aplacar el mal.
Por varias horas expusieron diferencias, con la intención de a alguna conclusión luego arribar.
La Mentira se mostró tácita y dolida y la Verdad por comprensiva la quiso confortar.
Al concluir el encuentro trascendente, todos atentos las quisieron escuchar.
Se irguió altiva la Mentira y con vehemencia, en voz bien alta afirmó sin vacilar:
– ¡Quiero que sepan aquí todos lo presentes, que yo solo pretendo ayudar, y saben que lo digo sin dobleces, pues no los engañaría jamás!
Fue entonces que rotunda y con firmeza, la Verdad ya no pudo conciliar y manifestó claramente a su oponente, lo que ya no podía callar:
–¡No tiene solución esta querella, pues solo intentas simular! ¡Yo conozco bien quién eres y no consiento lo falaz!
© 2023 María Alejandra Amarilla
Córdoba, Argentina
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