La vida en ese jardín de luz transcurría apacible y serena, invitaba al descanso y a la meditación. Estos seres luminosos de alma y espíritu eran los encargados de custodiar el don que les había sido entregado al crearlos y cada uno protegía con orgullo, honor y valentía el don recibido.
Allí se hallaban todos los dones que caracterizan a las personas, la bondad, la libertad, el respeto, la templanza, la alegría, el conocimiento, el discernimiento, la justicia, el valor, la prudencia… y muchos, muchísimos más.
Esta es la historia que involucra a dos de ellos… Cierto día se hallaban paseando por los jardines luminosos, desde donde observaban a la humanidad, Alegría y Conocimiento, al hacerlo no solo podían ver sus vidas, y sus actos, sino también lo que anidaba en lo más profundo de sus corazones. En eso estaban cuando de repente Alegría se sintió invadida por una levísima incertidumbre, que poco a poco fue creciendo en su interior, hasta tomar forma de pensamiento: "los humanos habían ido olvidándose de ella poco a poco, habían cambiado a la verdadera Alegría por el superfluo entretenimiento…"
Fue así que pensó que quizás eso era su responsabilidad, tal vez no estaba realizando bien la custodia del don que le había sido encomendado y se contrarió por ello. Le transmitió sus dudas a Conocimiento, quien intento en vano calmarla y aplacar sus inquietudes. Este no cegado por los sentimientos que movilizaban a Alegría y con un razonamiento más frío intento explicarle que no era su culpa y que nada podía ella hacer al respecto, que era la libre elección de los humanos lo que los había hecho perder el sendero.
Alegría intentó contener las lágrimas de luz que pujaban por salir en su rostro resplandeciente, ya que notaba la turbación que producía su malestar en Conocimiento, por ello intentó convencerse y seguir los consejos de su amigo.
Paso el tiempo, y Alegría parecía ir apagándose lentamente, porque con el transcurrir de los días una idea nueva fue tomando forma en su corazón de perla, concluyó que si ella era Alegría, su misión era ir al lugar en el que la necesitaban, para sembrar su luz allí donde se estaba perdiendo.
Decidió sin más iniciar el viaje y abandonó sin despedirse los jardines luminosos. Emprendió la marcha hacia la Tierra con el fin de alumbrar la oscuridad que habitaba en el corazón de los hombres. No sabía que el camino era largo y difícil de encontrar y mucho menos que en el recorrido su aspecto cambiaría inevitablemente, aunque de haberlo sabido tampoco hubiese cambiado de decisión.
Conocimiento al enterarse de su partida le avisó a Libertad lo ocurrido y decidió evitarlo. Presuroso corrió tras sus pasos con el fin de detenerla, pero no logró hallarla. Preocupado al pensarla sola en tan vasto mundo se decidió a alcanzarla viajando él también a la Tierra. Abandonando, aun contra su voluntad y a pesar de ser consciente de la pérdida que ello implicaría, el lugar de su existencia, en su apuro por hallarla alcanzó la Tierra años antes que ella.
Conocimiento llegó al mundo un mes antes de la fecha en la que sus padres lo aguardaban, no estaba en absoluto de acuerdo con lo que había hecho Alegría, pero un sentimiento inexplicable unía su alma a la de ella y fue ese sentimiento el que lo obligó a seguirla. Sabía que el mundo era grande, pero no dudaba que cuando la viese la reconocería, sabía también cuanta resistencia y esfuerzo debía realizar para mantener intacta su alma en medio de tanto desorden.
Libertad enterada de todo lo que sus hermanos de alma habían hecho decidió ayudarlos sin abandonar los jardines de paz. Le fue imposible encontrar a Alegría, pero no le perdió el rastro a Conocimiento al que visitó cada uno de los días de su infancia, para acompañarlo en la dura misión que había emprendido.
Conocimiento no llegó a recordar claramente de donde la conocía, pero la bautizó con el nombre de Lili y fue su más fiel amiga en esos primeros años en que todo fue espera. Y aunque no lograba recordar su meta su corazón conservaba intacto el sentimiento que lo unía a Alegría, así como sus convicciones.
Alegría llegó al mundo dos años y medio después, y con la misma ingenuidad con la que decidió ir al mundo encaró su vida en él, a veces con pasos inseguros, pero siempre firme en sus ideas y con una sonrisa aún en las adversidades. Sonrisa que colmó de felicidad verdadera a quienes llegaban a conocerla.
Pasarían muchos años para que volviera a ver a Conocimiento y tardaría varios más en comprender quién era él. Pero el amor que los unió en los jardines luminosos, los haría unirse en el camino de regreso. Sin embargo, esa es otra larga historia…
© 2022 María Alejandra Amarilla
"Palabras de otoño"
Córdoba, Argentina
Antología "Cuentos de Viajeros"
2022. Ed. Dunken
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